9.12.09

Querido Diario,


Es terrible cuando descubrís que antes tenías las cosas más claras que ahora...

Dos meses y ocho días.
Siento como si el tiempo se hubiera parado. Pero, a la vez, siento el abismo, aquél que me invita a pensar y a reflexionar acerca de todo lo que paso, lo que pasa y lo que pasará.
Siento, también, que durante cuatro años estuve con un desconocido, que durante cuatro años estuve alargando una relación que no debió haber durado tanto. Yo me pregunto, ¿por qué no la podía terminar? No encuentro respuestas. Busco y busco, y las malditas se esconden más.
Hasta ayer.
Hasta que caí. Y, por supuesto, me golpee, y el golpe fue duro.
Mi balance no es positivo, lamentablemente. Y esto que voy a escribir no es la culpa de nadie, ni mia ni de L., la culpa es de la historia y de cómo las experiencias te moldean, a veces para bien y a veces para mal.
Durante este tiempo que estuve sola, no sólo sentí un profundo dolor causado por la pérdida de un amigo, de un amante, de una pareja, sino que también sentí mucho miedo. Miedo de encontrarme. Releyendo mis escritos, siempre hablo de que no me encuentro, de que no sé quien soy, de que hay una parte de mi que está inquieta y que no encuentra lo que la llene. Me di cuenta de que estos miedos tienen que ver con mi falta de autoestima y con algo que es perturbador, doloroso y a la vez iluminador: tiene que ver con que sobreidealizo a la gente. Me da bronca que sea otra cualidad que tenga que controlar: parece que mi personalidad se va de un extremo al otro y nunca me tira un punto medio.

Hoy en día, hay tantas cosas que me movilizan y que me llevan por cualquier lado, que no sé qué hacer...

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