6.10.10

Voces del uso periodístico actual

Por: José Perona Jesús Ferrero
La Verdad, 15 de febrero del 2004
La aparición del Nuevo diccionario de voces de uso del español actual, (Editorial Arco/Libros, S.L., Madrid, 2003) de Manuel Alvar Ezquerra, continuación del anterior de 1994, es un inventario impagable de la forma en que los periódicos más importantes de España y de algunos de los más importantes de Hispanoamérica nombraron el mundo de finales del siglo XX. El volumen, de 1.371 páginas, recoge 23.604 citas de palabras usadas en la prensa en más de cinco ocasiones como mínimo, palabras que se definen brevemente. No es un diccionario alternativo del Diccionario de la Real Academia Española, sino, como indica su autor, complementario. Prueba de ello es el índice de 1.286 de palabras y acepciones que se han incorporado al diccionario académico desde la primera edición de 1994.

Leyendo por encima la inmensa base de datos que contiene el libro, cabe resaltar la cantidad de palabras compuestas, una de las formas que tiene la lengua española para crear neologismos. Destacan por su amplitud las palabras que empiezan por los elementos compositivos y prefijos: auto-, bio-, ciber-, eco-, euro-, neo-, pseudo/seudo-, psico-, anti-, hipe -, in- inter -, mega-, micro-, mini-, pos/post-, pre-, pro-, re-, semi-, super-, ultra- etc.

De muestra, un botón. Las palabras compuestas por el prefijo anti– ocupan 50 páginas a doble columna y abarcan una gama infinita de estar en el mundo a la contra, mucho más allá de su primigenio uso médico:
antiabertzale
antiaborto
antiactriz
antialcalde
antiamericano
antiárabe
antiatlantista
antiautovía
antibakalao
antibelicismo
antiborbónico
anti buen rollo
antiburgués
antiburocrático
anticaca
anticacos
anticapitalista
anticaprichista
anticarisma
anticastellano
anticastrista
anticatalán
anticaza
antichino
anticiencia
anticinematográfico
antiClinton
anticoche
anticolonialismo
anticomercial
anticonstitucional
anticultural
antidogmático
No menos extensa es la nómina de anglicismos. Dado que el diccionario recoge las palabras de las páginas de la prensa referidas al automovilismo (aquaplaning, break), los negocios (business center, call girl), el cine (hardcore,making off), los viajes (superpex, conmuter), etc. e incorpora a su inventario revistas de decoración, de cosmética, de modas, de medicina, de tráfico, de psicopediatría, de naturaleza, amén de las páginas especializadas de los periódicos, los anglicismos abundan. Y puesto que es un diccionario de uso urbano (por eso aparecen palabras como cinturón rojo, downtown, macrociudad, macrourbe, megaciudad, megaurbe, superurbe, midtown, skyline, urbanícola, urbicidio, zona residencial), no es extraño. En la mayoría de los casos, los nuevos objetos, las nuevas enfermedades, las nuevas modas, vienen de la metrópoli imperial y como sucedió en otro tiempo con los arabismos o los galicismos, pasará mucho tiempo antes de que los anglicismos se adapten a la fonética española o se pierdan como nombres de modas transitorias. Así se explican los numerosos anglicismos del lenguaje de la informática (encriptar, enrutador, intranet, extranet, frame, genechip, groupware, i-worm), del deporte, especialmente del golf y del tenis (ace, bowling, break, fair-play, fly-surf, fourball, grand slam, greensome, hat trick, lob, major, paddle, play off,swing, wrestling), de los deportes de nieve (boarder cross, carving, snowcar) y del mar (round robin), la música moderna (rap, rave, rhythm and blues, scratch, smahsh house, thrash), de la economía y la bolsa (rating, chartista), de la ropa (burka, t-shirt), la moda (casual, gypsy-chic, street-fashion, victim-fashion) y los tejidos (camel, elastane, hot-pants, lúrex, tindari, tweed), de los sentimientos (feeling) de las patentes, de la televisión, del cine, de las nuevas marcas comerciales.
Otras palabras de uso recogidas en este diccionario y todavía no incluidasen el DRAE son grammy, mueble bar, alcaldable, reposabrazos, teletrabajo, fotorreportaje, genómico, mundialización, emilio (e-mail), así como numerosos arabismos presentes en la prensa y en la calle desde la Guerra del Golfo y desde la aparición en España de la nueva emigración de origen africano. Estamos, pues, ante un neoespañol, según la definición de Lázaro Carreter. Un español apresurado, urbano, propio de clases medias que, casi sin excepción, han abandonado u olvidado las ruralia, las voces tradicionales del campo y de la primera industrialización. Un español periodístico, trufado de anglicismos, a veces necesarios, a veces no, que necesita, tanto para las noticias como para los comentarios, nuevas palabras. Nuevas palabras que marcan una especie de aroma de la época: la construcción de la nueva Europa, las nuevas tendencias sociales del ocio y del turismo (acampada, botellón, burro taxi, motoesquí, turismo de aventura, turismo ecológico, turismo médico), el prestigio medioambiental (autosostenible, biocultivo, corredor verde, ecotasa, reserva natural), el retorno a la ecología (ecobús, ecodesarrollo, trekking, verde), el respeto por los demás (comercio justo), el impacto de la electrónica y las nuevas tecnologías (acelerador lineal, browser, chat, comecocos, conectividad, digitalizar, mensaje electrónico, e-commerce, edificio inteligente, infojerga, internauta), la preocupación por el cuerpo y la enfermedad (body building, cuerpo danone), la fascinación por los dinosaurios (la dinosauriomanía), las nuevas profesiones (nursera), las relaciones laborales (contrato basura), etc.
Al mismo tiempo, se crean, mediante elementos compositivos y prefijos, sustantivos y adjetivos para el debate, la descalificación, la admiración, la crítica. No hay político o personaje público (que sale en televisión) que no tenga su adjetivo (calificativo o descalificativo), y así nos encontramos con:
aboterado
agatizar
alanismanía
anguitista
buñuelesco
landismo
manzanesco
maragalliano
menemismo
versacesco
yelsinista o felipanco
giliada
mandagüévico
pinochear
polancomaquia
pujolandia
roldanizar
tejerada
Ni club de fútbol (carbayón, madridismo, pepinero, periquito, pucelano, vikingo, zaragocista). Ni moda social (madre de alquiler, swinger). Ni lo que se llama fenómeno sociológico (antisistema, insumiso, okupar, baby boom). Este diccionario, a medio camino entre los diccionarios especializados de lenguas técnicas y científicas y el diccionario de la RAE es un síntoma de que lo que se llama español urbano entra en una nueva fase: la estandarización del léxico periodístico de todo el ámbito de la lengua española.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario