28.5.09

Hay recuerdos que no voy a olvidar

Querido diario,
Hoy venía caminando por la calle llendo al gimnasio cuando, inevitablemente, me acordé. Me acordé de aquella noche, cuatro años atrás, en el eterno Paseo del Sol, en la que estaba con mis amigas haciendo *face* (porque no hacés otra cosa ahí) en la puerta de Arenales cuando, de repente, me suena el celular: ¿quién era? L.

Me acuerdo perfectamente lo que tenía puesto y *puaj* no tenía sentido, paso a describir: Una musculosa negra, una pollera roja (red-blooded skirt, thanks Massón) de Soul y unas botitas negras que, según mis queridísimos amigos, eran de boxeador (obvio que para mi no, de hecho las sigo usando).

En el momento en el que leo el mensaje de texto, me doy vuelta y ahí estaba, apoyado en una de las barandas, él con un amigo, que ¡pobre! había quedado pintado al óleo. Y ¡chan! no me lo esperaba, era obvio que no sabía qué hacer, pero me dispongo a caminar en línea recta. Cuando lo saludo, dudo, dudé igual que la última vez que lo hice. No sabía si darle un beso en el cachete o en la boca, onda ya habíamos chapado, no tenía sentido saludarlo como si nunca hubiese pasado nada. Me acuerdo que fue una sensación rarísima y creo que a los dos nos pasó lo mismo porque terminamos dándonos un beso en un punto intermedio que nadie supo entender. De sorpresa, ¿entienden? ¿cómo no iba a caer ante semejante acto de "me re gustás"? Creo que cuando nos saludamos la gente se desvaneció a nuestro alrededor, porque lo único que hacíamos era mirarnos y decir, temblando de risa/nervios "¿qué hacés tanto tiempo?" y recordar los quince maravillosos días que habíamos pasado en VG.

Entonces, como quién quiere la cosa, nos fuimos a sentar a las escaleras que están al lado de la entrada, si... las mugrosas, y charlamos y nos chapamos y fui feliz. Al rato, el me dice que se tiene que ir, yo que tengo que volver con la gente amiga, y así nos separamos.

No sé porque me vienen estos recuerdos, pero que lejos lo siento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario