30.3.11

Tendencia: los idiomas híbridos

El spanglish ya tiene diccionario. Algo similar en las pampas. La mezcla de inglés y castellano cobra adeptos en EE.UU.; se enseñará en las universidades.


Por: Patricia Kolesnicov

LOS ANGELES.- ¿Quiere estudiar "spanglish"? Esa mezcla del inglés con el castellano que produce frases como "chatear" por Internet, "fowardear" un archivo, "parquear" un auto o comprar las "grocerías" se enseña en una cátedra en el Amherst College, del estado de Massachusetts.

La materia arranca en septiembre, ya tiene 70 alumnos inscriptos y la dictará Ilan Stavans, un profesor de origen mexicano que compiló un diccionario con más de 6000 palabras que forman parte de ese lenguaje híbrido con muchos adeptos en los grupos de rap hispano.

"The Sounds of Spanglish: An Illustrated Lexicon", editado por Basic Books en Nueva York, saldrá a la venta en los primeros meses del año próximo. No es un idioma, pero es un fenómeno que en los Estados Unidos tiene cada vez más reflejo en la literatura y la música latina, dijo Stavans durante un reportaje con LA NACION.

-¿Será el primer diccionario de "spanglish"?

-Hay otros diccionarios del español chicano, del español que usan los cubano-americanos, o del que se habla en Nuevo México. Algunos tienen palabras en spanglish, pero éste es el primero que busca el encuentro entre las dos lenguas y de manera pan-hispánica. No se restringe sólo al fenómeno del spanglish en los Estados Unidos, sino que utiliza palabras que se usan en España, en México o en Venezuela.

-¿No le suenan espantosos algunos términos en spanglish?

-Es muy polémico. Hay gente en América latina que cree que esto es una desgracia, una manera del "imperialismo gringo" de infiltrarse en todas partes. Otros creemos que ninguna lengua se mantiene pura. Nuestro español es producto de muchos años de evolución. El debate actual sobre lo que ocurre entre el inglés y el castellano no es muy diferente del que existió entre las lenguas precolombinas y el castellano, cuando se decía que las

palabras del quechua, por ejemplo, eran barbarismos que hacían a la lengua de Cervantes impura.

-¿El spanglish será una lengua en el futuro?

-Podría suceder en 300 o 400 años, no es improbable. De lo que no me cabe duda es de que el spanglish marcará una pauta importante para el español y el inglés que hablaremos en 50 años. Aquí se siente más por el crecimiento de las minorías hispanas, pero es un fenómeno global. En España o en México uno escucha palabras que obviamente están influenciadas por el inglés, como "parquear" el automóvil.

-Los dos candidatos a la Casa Blanca intentan hablar castellano en los actos con hispanos, pero cometen muchos errores ¿qué le despiertan esos intentos?

-Todos los políticos lo intentan en algún momento de la campaña, y lo veremos cada vez más, pero se olvida rápido. Me interesa mucho más lo que se escucha en las canciones de rap de grupos como Chicano2 o Cypress Hill. O los libros de poesías que exploran el matrimonio de las dos lenguas, como Gianina Braschi o Analía Vega, de Puerto Rico. Lo mismo en la televisión, con programas como "El show de Cristina".

-La mayor penetración del inglés en el castellano parece estar llegando de la mano de Internet, con las palabras que en su diccionario caen bajo el rótulo "ciber spanglish".

-Spanglish es un término muy amplio. El diccionario da cuenta de las palabras que han entrado del inglés al español, del español al inglés, y luego las que son un híbrido intermedio. Palabras como "nachos" o "tortillas", que se utilizan en inglés aunque tienen un equivalente en inglés. "Downlodear" o "faxear" se pueden usar en español, y también en spanglish.

-¿Vale la pena inventar términos en castellano para suplantar el "ciber spanglish", como hacen los franceses?

-En Francia, como en Italia o en España, las academias de las lenguas tienen una función semilegislativa. Establecen las palabras que son aceptadas y rechazan otras. El inglés, en cambio, es mucho más flexible; eso no existe ni en los Estados Unidos ni en Inglaterra. En la Real Academia española hay miembros nuevos, como Juan Luis Cebrian, fundador y director del diario El País hace años, que está muy interesado en el fenómeno del spanglish. El está tratando de promover la idea de que esos términos no se deben rechazar, y, según me ha dicho, algunos pueden aparecer en una edición que están preparando del diccionario en versión digital.

-¿Cuál es su híbrido favorito?

-Me encanta "jangear", de hanging out en inglés. Sería algo así como divertirse o pasar el tiempo. También me gustan las del mercado, como comprar las "grocerías" (groceries, en inglés, son los productos que venden en un almacén o supermercado). Luego la cantidad de gente que "aplica" (viene de llenar un formulario "application" en inglés) a la universidad. Ya nadie recapacita en que "aplicar" no tiene nada que ver con inscribirse.

-¿Imagina un movimiento en América latina para defender el castellano como el que existe, por ejemplo, en Francia o el que hubo hace algunos años por el "inglés primero"?

-Creo que el fenómeno se extenderá cada vez más en los Estados Unidos, y es interesante ver cómo reacciona la izquierda por ejemplo en México y en Venezuela; siente que pierde terreno también en lo más sacro, que es la lengua.

-¿Lo acusan de "contaminar" la lengua?

-Yo reacciono a un fenómeno muy extendido, no lo promociono. En el diccionario incorpora también imágenes de publicidades que mezclan los dos idiomas, o reproduce avisos clasificados de diarios latinos que empiezan con "vendo" en castellano y siguen en inglés, pero con medidas en centímetros. Es una mezcla, y luego no es ni una cosa ni la otra. La expresión "te llamo para atrás" (traducción literal de "call you back", que en inglés quiere decir devolver una llamada) empezó como un chiste, y ahora me dejan mensajes en el contestador en que lo dicen sin tono sarcástico. Lo mismo cuando dicen "que tenga buen día", es "have a good day" en inglés, pero eso en México no se usaba, se decía "hasta la vista". En España descubrí hace poco la palabra "guafres", son pequeños wafles que se venden como dulces para los niños en la calle, con miel. En Francia se los conoce como "gaufres". Esto en los '60 habría sido un escándalo. Ahora la gente lo toma con más resignación.

Por: María O'Donnell, corresponsal en EE.UU.

Andrew Graham-Yooll, editor senior del Buenos Aires Herald y claro exponente de la tradición angloargentina, asegura que en Buenos Aires los descendientes de británicos se comunican con una mezcla del inglés y el castellano muy particular.


"No tiene nada que ver con la que usan los grupos latinos en los Estados Unidos. La de ellos es una traducción recreativa, del estilo vacuna la carpeta por vacuum the carpet (pasá la aspiradora). La nuestra, en cambio, es indirecta, con palabras inventadas y una combinación de términos que casi arman un tercer idioma", explicó el autor del libro "Se habla spanglés".

Por ejemplo, recordó el pedido de "pass me la ensalada" en su mesa familiar o cómo llamaban "cow jam" ("dulce de vaca") al dulce de leche. "Es muy parecido el indish, el inglés de la India", agregó el periodista.

"Los periódicos son la vanguardia de la lengua escrita", dijo el autor a Clarín.

Un nuevo diccionario de español tomó como fuente al periodismo. El académico Manuel Seco trabajó en él durante 30 años • Su "Diccionario del español actual" registra 75 mil voces y cada una tiene citas de textos escritos • Se incluyeron las palabras que aparecían más de una vez.

Parece una novela de Umberto Eco: tres personas, durante treinta años, anotando palabras en millones de fichas, desconfiando de su existencia, rastreando su uso en diarios y libros. Un día ponen punto final al trabajo: se trata del Diccionario del español actual, un diccionario que describe una lengua tal como fue hablada en esos treinta años. El idioma es el español, tal como entró al 2000.

En 1970, Manuel Seco -desde 1979 miembro de la Real Academia Española- estimó que le llevaría seis años hacer un diccionario desde cero, atendiendo exclusivamente a las palabras efectivamente dichas y escritas. Trabajaron con él Olimpia Andrés, hoy subdirectora del Diccionario histórico de la lengua española, de la Real Academia, y Gabino Ramos, doctor en filología moderna.

Entraron al español como se entra a un salón oscuro. Registraron todas las acepciones. Anotaron los distintos contextos en los que se las usaba. Buscaron ejemplos de su aparición en textos escritos. Pusieron su propia oreja, su experiencia de hablantes. Y entonces las incluyeron. El libro, en total, tiene 75.000 voces. No se hace un diccionario así desde el siglo XVIII.

Aunque es español de España, hay un gran porcentaje de concidencias con el habla argentina. Ejemplos: Patear (en su 8va. acepción): andar mucho para hacer algo. Colar (en su 2da. acepción): hacer pasar a alguien o algo furtivamente. Calentar (en su 6ta. acepción): excitar el apetito sexual.

En el largo camino de su construcción, quedaron fuera de la obra palabras que se usaron a principios de siglo o antes aún, pero que hace mucho que no se dicen ni se escriben. Entraron otras, novísimas, recién llegadas de las computadoras, casi siempre en inglés. Los dos tomos costarán en librerías 125 pesos. Si la compra se hace vía Internet a una librería española, el costo total es de 98 pesos.

No hay palabra que no tenga un ejemplo hallado en un texto escrito. ¿Y dónde aparecen las últimas versiones del lenguaje? En la prensa. El 70 por ciento de las citas está sacado de medios gráficos. "Los periódicos son la vanguardia de la lengua escrita", dijo Manuel Seco a Clarín desde Madrid, en una conversación telefónica.

-¿El lenguaje que aparece en la prensa no puede resultar efímero?

-Puede pasar que una palabra se use un tiempo, aparezca en los periódicos y luego se olvide, pero también puede ser el punto de partida de un uso. Los periódicos son la vía principal de las palabras nuevas.

-¿De dónde vienen esas palabras?

-La lengua de donde hay más palabras prestadas es el inglés. Aparecen en los campos en que tiene más fuerza: el comercio, la economía, la computación. Recogimos las que se usan con frecuencia, que tal vez se españolicen y tal vez no. Esto ha ocurrido desde tiempos remotos.

-¿Qué es hablar bien?

-Primero, expresarse con eficacia: decir lo que se quiere decir de tal forma que el interlocutor lo entienda. En segundo lugar, pronunciar con claridad. Finalmente, hablar de acuerdo con lo que se estima correcto en el país respectivo.

-Su diccionario no incluye palabras o acepciones que se consideran correctas en distintos países de América.

-Tomamos como base el español de España y nos llevó treinta años. Hacerlo en todos los países donde se habla español nos hubiera llevado noventa.

-¿Cómo se decide si una palabra entra?

-La teníamos que haber oído o leído y tenía que aparecer en documentos más de una vez. Si no teníamos documentación, aunque la hubiésemos oído no la poníamos. La experiencia individual de un oyente no es suficiente.

-¿Cuál es la diferencia entre su diccionario y el de la Real Academia?

-El nuestro se ha documentado sobre el español vivo en la segunda mitad del siglo XX. El de la Academia, sobre materiales del XVIII que se han ido actualizando. Tiene 83.000 voces, pero muchas son anticuadas.

-¿Sirven para cosas distintas?

-El de la Academia sirve para leer los clásicos. El nuestro, para leer los periódicos.


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