11.4.09

Woody Allen hizo terapia sobre el escenario

"Estando solo siempre me sentí feliz"

En un teatro de Manhattan, el director se sometió a una sesión de terapia pública con el psicoanalista Gail Saltz. Con él habló de su infancia, sus padres, sus miedos y sus frustraciones.

"Cuénteme sobre sus sueños", pidió el psicoanalista.
"Está muy cerca del micrófono", se quejó el paciente.
"¿Fué alguna vez perseguido realmente por un seno en alguno de sus sueños?", volvió a preguntar el analista.
"Lo que me parece es que perdí mucho tiempo hablando sobre mis sueños", volvió a decir el paciente.
"¿Qué hay con respecto a los sueños que aparecen en sus filmes?", insistió el analista.
"Su voz no se escucha bien en el micrófono", volvió a decir el paciente.

En estos términos comenzó la extraña conversación que mantuvieron, el jueves 7 por la noche, Woody Allen y el psicoanalista neoyorquino Gail Saltz sobre un escenario teatral de la calle 92 de Manhattan.

"¿Los personajes que aparecen en sus películas son una representación de su persona?", preguntó el profesional.
"Hay similitudes aunque en el cine todo está exagerado", respondió Allen. "De hecho, no soy hipocondríaco. Sí soy alarmista. Cuando pienso que estoy enfermo, lo estoy. Pero cuando tengo un pellejo en la uña o algo parecido me transformo y me pongo de lo peor."
Para su análisis en el escenario, Allen llevaba puesto un suéter gris, una camisa azul, pantalones color caqui y mocasines. Sus piernas estaban cruzadas. Woody no miraba en ningún momento al analista. Tenía centrada su mirada en el público, en una persona por lo general.
"En la vida real soy muy diferente", aseguró el actor.
"¿Incluye partes de usted mismo en sus películas?"
"Algunos rasgos se filtran de forma automática", admitió Allen y añadió que se había visto a sí mismo en el personaje de la madre suicida de Interiores y en el que interpreta Mia Farrow en La Rosa Púrpura del Cairo. "Las películas fueron un medio muy importante. Cambiaron las vidas de las personas y arruinaron también las de muchas otras. Las mujeres se amargaban. Y los hombres también", continuó Woody. "Me acuerdo de aquellas tardes de verano calurosas cuando el sol abrasaba y yo solía meterme en los cines. Allí adentro estaba oscuro, fresco y agradable. Uno siempre tenía el deseo de conocer a una mujer como las que veía en la pantalla. Muy lindas, atractivas, amables, divertidas y chispeantes. Pero esto después causa verdaderos problemas en la vida."
"¿Por qué razón las escenas de sexo de sus películas están tan llenas de discusiones e interrupciones?", quiso saber el psicoanalista.
"No sería divertido si la pareja entrara en el dormitorio y todo ocurriera sin ningún impedimento. Pero ¿a quién le importa? Cincuenta años atrás, no había sexo en las películas. Las parejas dormían cada una por su lado. Y si comenzaban a besarse la escena era oscurecida...."
"¿Qué hay con respecto a su propio psicoanálisis?"
"En términos generales, diría que me ayudó, pero no tanto como esperaba. Me sirvió como muleta, eso sí".
"Cuénteme sobre su madre", le pidió el analista. "¿Era dura y muy crítica?"
"Mi familia era afectuosa. Pero estábamos constantemente provocándonos mutuamente y haciéndonos bromas. No eran bromas todo el tiempo, sino comentarios ácidos. A pesar de todos los errores que tenían mis padres, me amaron y cuidaron. Querían para mí todas esas cosas que quieren los padres de todos los chicos. Que no saliera criminal, que estudiara, que fuera a la Universidad y que fuera alguien en la vida. A los dos los traumatizó la Gran Depresión. Mi padre tenía un millón de pequeños trabajos. Mi madre también siempre tuvo que trabajar. Nunca me desalentaron, pero se hubieran sentido mucho más cómodos si hubiera sido abogado o médico."
"¿Estaban orgullosos de Ud.?", quiso saber el analista.
"Sí, estaban muy pero muy orgullosos. Mi padre iba a los cines, leía todos los créditos y volvía y me decía que mi nombre estaba grande...."
"¿Es tímido?"
"Sí, soy tímido. No me gusta conocer gente. Nunca me gustó, ni siquiera a los ídolos. Pero a veces es algo inevitable. Siempre me sentí feliz estando solo. Y fui siempre bueno para las cosas que exigen soledad, como hacer trucos de magia, tocar el clarinete o escribir."
"Cuando era chico ¿era seguro o inseguro?", fue la siguiente pregunta.
"No era un chico seguro. Pero nadie pudo descubrir nunca por qué. Era un chico popular y atlético además. No tenía motivos para ser miedoso, pero lo era."
Vinieron luego las preguntas del público. Una persona lo interrogó sobre sus películas favoritas, a lo que respondió: "Por lo general, veo una película por semana pero hay tanta basura que resulta difícil ver siempre cosas buenas". Las últimas que más le gustaron son todas extranjeras. Hable con ella de Pedro Almodóvar (española), El gusto de los otros (francesa) y Amores perros (mexi cana). Y después están sus favoritas de todos los tiempos, como La gran ilusión, Ladrón de bicicleta, El séptimo sello, Rashomon, Cuando huye el día, Las reglas del juego y Los 400 golpes.
Por último, el psicoanalista le preguntó sobre su nueva familia, sin ahondar en la edípica cuestión de cómo es separarse de la esposa y casarse con su hija.
"Soy muy feliz. Me gusta estar casado y me gusta ser padre. Todavía estoy en buen estado físico. Hago gimnasia todos los días. Es tal vez el mejor momento de mi vida. Y me lo merezco. El matrimonio me hizo muy pero muy feliz."
"¿Se arrepiente de algo?"
"Lamento que mi musa haya sido de tipo cómica y no dramática. Me hubiera gustado tener los dones de Eugene O'Neill o de Tennessee Williams. No soy demasiado humilde. Siento que tuve planes grandiosos para mi persona cuando comencé y no los respeté por completo. Hice algunas cosas que son buenas. La única cosa que se interpone entre mi persona y la grandeza soy yo mismo."

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