23.3.09

Uruguay: Los "Martín Fierro", premios a la basura


El día 23 de Mayo se transmitió por Canal América de la Ciudad de la Plata y repetidoras de Uruguay , la entrega de premios Martín Fierro: "Aquí me pongo a entregar, al compás de la mediocridad…"

Apostando a la Mediocridad y al Escapismo
La entrega de los Martín Fierro a los trabajos de la televisión argentina en el 2006 tiene una enorme incidencia en todos nosotros, dado que esos productos son los que obligadamente debemos consumir, debido a que los canales uruguayos se han convertido en filiales de televisoras argentinas, además de lo que se envía desde Estados Unidos. (Y aquí tenemos que tener en cuenta, además, otro dato. Cuando hablamos de Argentina nos debemos referir exclusivamente al Centralismo Porteño que ahoga cualquier otra expresión cultural.) Es así que frente a esto, las nominaciones y premios que se otorgan a personas y programas de ese país repercuten en nuestra vida cotidiana y privada moldeando costumbres, relaciones, transformando nuestra cultura en un reflejo de lo que nos llega.
Entonces, si lo que se premia es mediocre, evidentemente se está dando una cruel señal ideológica de lo que vamos a ser dentro de poco tiempo. ¿Se entiende?

Los Martin Fierro herrumbrados
Este año, los nominados y los premiados (salvo honradísimas excepciones) fueron de una chatura tan expuesta, tan visible, tan cruda que provoca pánico, si uno apenas observa con un poco de atención. Aquí a lo que se premió fue a la frivolidad, la “nada”, la risa tonta o la “seriedad” hueca y obsecuente. Se dejaron de lado programas interesantísimos así como también se hizo perdedores a buenos actores, técnicos, directores, a buenos proyectos que quedarán por el camino por falta de apoyo, por falta de padrinos (con perdón de la palabra.)
Algunas Perlas
Está bien que se premie como “periodístico” a un programa pequeño y honesto como “Científicos Industria Argentina”, pero mal que en esa terna hubiera competido con “La liga” y “Fiscales” y fueran éstos los que perdieran. Tanto uno como otro son programas de investigación periodística que apuntan a la denuncia, y no se quedan en ella, se comprometen, interpelan, buscan soluciones. (Esto aunque uno pueda discrepar con algunos de sus contenidos e intenciones.)
Tinelli
La vergüenza ajena estuvo en la conducción masculina. Gastón Pauls es un individuo serio, responsable, comprometido. Su programa, como el anterior, apunta a conocer a los marginados, conocer – conocerlos, darles cara, identidad.
Incluso, con mil reparos se puede mencionar a Pettinato, y si me apuran hasta a Guinzburg, un ser irónico y que me resulta desagradable y mentiroso… Pero nombrar ganador a Marcelo Tinelli, un mediocre fomentador de mediocridades y lumpenajes… Un individuo que se ha burlado de todo y de todos, desde un presidente a simples ciudadanos que veían ante la burla de todos, y hasta de sus propios familiares, por una heladera o un televisor, cómo se destruía la casa, o el auto o lo que fuera… ¿Qué se valora más? ¿Lo estridente o los valores que maneje un conductor? (Es un caso similar al otorgado absurdamente a un mediocre y útil Mateyko) Que haya un premio llamado Reality ya es algo absurdo, que haya sustituido un rubro vinculado con la educación y la cultura es más, pero que se lo den a Marcelo Tinelli y ese Showmatch, chabacano y peligroso para la subversión de los valores es indignante.
En Entretenimientos no había mucho para elegir, de lo que se ofrecía, pero se votó por lo peor. Tiempo límite es lo más anti televisión que pueda observarse.

Moviendo la sombrilla: Montecristo y las divas
Otra vergüenza estuvo en el publicitario elegido: El tema del verano que repite torpemente que te van a poner la sombrilla. No es un detalle menor, no es para decir “Y bueno…”, no. Acá está encerrada la ideología de estupidizar al espectador.
Montecristo quizás fue la ganadora de la noche, pero ¿por qué? ¿por sus valores? Aquí se manipuló política con ficción mediocre y sensibilidad que huele a oportunidad. En medio de la emisión de la telenovela, apareció un adolescente desaparecido. Los productores, locos de la vida, sin importarles mucho más que buena cantidad de televisores encendidos, transformaron los libretos y los adaptaron al momento.
Los auto elogios de Mirtha Legrand y Susana Giménez eran para no creer. ¿Cómo? ¿Qué Dijiste? Sí, Está riquisimo, pará que me suena el celular.
Y para completar el panorama, lo más significativo. A nadie le importó nada. El escándalo de la gente reunida en la Rural era tan intenso que se colaba por los micrófonos del escenario, interfiriendo con la voz de los ganadores. Se imaginarán que estar allí arriba y no fastidiarse con sus propios colegas era una tarea titánica. Es que la falta de respeto fue hacia el público consumidor, el supuesto destinatario final de tanto desatino. Esta es la televisión que vemos. Esta es la que está masacrando la cabeza de nuestros hijos con nuestra aceptación. Esta es la televisión que tenemos encendida mientras estamos en casa.

Finalmente
Los premios Martín Fierro que tuvieron pésima cantidad de televidentes, este año fueron de una mediocridad asombrosa. Pero no hay nada inocente en todo esto. Quienes ganaron fueron los zares que se disputan el Poder, y ponen y sacan productos, buscando bajar el nivel general de cultura, buscando que pensemos cada vez menos y nos volvamos acríticos hacia lo que consumimos, o nos dan.
Los perdedores fueron aquellos que (como siempre) no tuvieron el respaldo de padrinos. El canal oficial, los buenos actores, los buenos directores, los buenos técnicos, los buenos programas. Ellos no tienen padrinos. Los mediocres sí, porque son los propios padrinos quienes los elaboran, construyen los programas, ponen los directores, los actores…
¿Qué hacer entonces? ¿Regalar los espacios, competir con las pocas armas que gobernantes ignorantes de qué es eso de la Cultura, no dan? ¿Generar la autogestión?
Es una competencia desleal. Donde los dueños de los medios hacen su presión para su negocio, buscando socavar la inteligencia de, en este caso, los televidentes para tenerlos sujetos a ellos, de forma obediente, y así venderles papas fritas, películas, pastas de dientes, vitaminas para sentirse mejor, etc., etc. Y nosotros, compramos. ¿Compraremos o haremos valer nuestros derechos?

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